Existe un México desmenuzado por Octavio Paz, Samuel Ramos, Ricardo Pérez Monfort, Enrique Serna, Israel León O'Farrill y Carlos Monsiváis; ilustrado por Saturnino Herrán, Rivera, Orozco y otros grandes artistas de la Historia Nacional (así, con mayúscula). Ese México nos hace mirar cada año en las calles, dispuestos para su venta, bigotes al estilo Zapata, rifles y sombreros. Gracias a ese México, que se ha mezclado con las tendencias culturales y de consumo internacional, hoy encontramos en el Centro de la CDMX mochilas con el rostro de Frida Kahlo junto a la bolsa y la cartera ‘de novedad, de calidad, llévele, llévele que se acaban’.
Como diría Benedict Anderson, somos una comunidad imaginada, pero, ¿qué sucede cuando la imaginación se reduce a un estereotipo? Peter Burke señala que la palabra estereotipo tiene su origen en la plancha a partir de la cual se graba una estampa, mientras que el término cliché viene a su vez del francés clisé y se usa para referirse a esta misma plancha. Los estereotipos son símbolos de lo tradicional y lo típico, una teatralización de nosotros mismos que resulta en una visión simplista de esta comunidad imaginada llamada ‘México’.
En los últimos años, se ha hablado demasiado sobre el peligro de reproducir estereotipos dentro del mundo de la publicidad. Lo cierto es que cuando nos referimos a ‘lo nacional’, muchos de estos estereotipos tocan fibras sensibles, pues va de por medio nuestra identidad colectiva.
Por otra parte, identidad y consumo es un tema que muchos prefieren evitar; sin embargo, todos consumimos productos de diversas industrias creativas, ya sean videojuegos, películas, música, literatura, etcétera. A su vez, estos productos van construyendo nuestros gustos, intereses e identidad como individuos y sociedad, ya sean productos mexicanos o de otras regiones. ¡Que viva México!, la entrega cinematográfica de Sergei Eisenstein, implica la creación del imaginario e identidad mexicana basada en una visión extranjera, tal y como ocurrió hace unos años en el parade de 007: Spectre. Estos productos producen y reproducen estereotipos de nuestro país y fiestas tradicionales.
No se trata de excluir a los demás de la producción simbólica nacional, ni de colocar un cordón sanitario en torno a nuestro imaginario para que éste permanezca impoluto y atemporal, con la globalización y la existencia de los medios de comunicación esto sería imposible. Nos redefinimos como mexicanos todos los días, por lo que se trata de crear nuevas mezclas donde lo nacional toque a otras culturas, a otros, para ser reinterpretado y resignificado. Solo así podremos romper con los estereotipos y ser relevantes para futuras generaciones.
Dila Gallardo
Gestora cultural
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