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El Branding Art a través de la historia del arte

¿Qué hay más único y especial que el arte y los artistas? Aparentemente nada.

Históricamente se ha construido una noción sobre el arte que genera una terrible distancia entre el público y éste; ya sea por ser considerado como un producto exclusivo de la clase alta, o, por considerarlo demasiado complejo para poder disfrutar de él sin una previa preparación, pareciera que nuestra brecha como simples mortales con el arte es gigante.


Sin embargo, desde la Revolución Industrial y las vanguardias, pareciera que esta brecha se ha acortado. La producción en masa afectó al circuito del arte, y, facilito nuestro acceso al arte, al mismo tiempo que nacían nuevos prejuicios al respecto. Al desplazar el trabajo de los talleres a la individualidad de los artistas se generó la idea del artista separado de la sociedad y por lo tanto, del mercado.

De la mano con la noción del “genio artístico” y su separación del mercado, es notoria la división entre el gran Arte producido por los y las artistas y el trabajo de publicistas, diseñadores e ilustradores dedicados a la promoción de los productos. Es un lugar común pensar al trabajo artístico y el trabajo creativo relacionado con la industria como contrarios.

En este sentido, siempre se ha considerado al arte como algo alejado de la publicidad, cuando en realidad nunca ha sido así. Desde la época de los Salones en París, las personas que se encargaban de hacer retratos y grandes pinturas históricas, también se encargaban de otros trabajos relacionados con oficios como la creación de tapices para las cortinas de Luis XIV, o el diseño de la cabecera de la cama de los patrones, o los dibujos o caricaturas de los reyes que saldrían en los boletines y el periódico. Como podemos ver, la práctica artística nunca ha estado lejos de las acciones informativas y publicitarias; así mismo, es importante recalcar que la competencia en el mercado, la importancia de promocionar los productos y el convencimiento de la audiencia a partir de los trabajos creativos se tornó una actividad más común a partir de la revolución industrial.

Como muestra de la unión entre el arte y la publicidad, la Historia del Arte nos da ejemplos de algunos de los llamados artistas genios y su colaboración en proyectos comerciales, como lo fue Hyacinthe Rigaud diseñando las cortinas de Luis XIV, Salvador Dalí y la creación del logo de las paletas Chupa Chups, Andy Warhol (y prácticamente toda su producción artística) con la portada de uno de los discos de la banda Velvet Underground, o, la colaboración entre Louis Vuitton y Jeff Koons. Los entrecruces entre las prácticas artísticas y el marketing o la publicidad, siempre han estado ahí, y en un momento histórico como el que vivimos ahora, en el que la figura más cercana a los reyes y reinas son los empresarios, ¿por qué no verles como una suerte de mecenas contemporáneos? ¿Por qué no ampliar nuestras perspectivas sobre las aplicaciones del art, y, entender que se puede realizar más allá del lienzo?


No podemos negar los prejuicios en torno a las diferencias que muchas personas mencionan como irreconciliables entre el arte y la publicidad, y que aunque ya no existen tantos detractores, aún nos encontramos a críticos y críticas del arte muy enojados por las prácticas del mercado del arte, como si de pronto todxs decidiéramos ignorar que las obras no solo tienen un valor económico, también un valor simbólico.


A pesar de las opiniones respecto a esta práctica, nosotros siempre hemos considerado que la relación entre marcas y artistas que se genera en el Branding Art siempre tiene un beneficio para todos los involucrados, la marca refresca su comunicación al integrar al arte dentro de su estrategia, el artista difunde su trabajo a nuevos mercados, y el público final se beneficia por la experiencia de consumir un producto o servicio que tiene como valor agregado una experiencia artística.



Salma Austria

Mercarte Team





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