Hace unas semanas, la CDMX sufrió una pérdida cultural bastante fuerte cuando la alcaldía Cuauhtémoc decidió ejecutar la “Jornada Integral del Mejoramiento del Entorno Urbano en coordinación con comerciantes en vía pública”, esto se traduce a la eliminación de los rótulos de los puestos comerciales en la vía pública.
Si bien para muchos agentes políticos esto puede resultar en una “mejora visual” en el paisaje urbano, lo que se está realizando es una cancelación hegemónica por parte del Estado a uno de los pilares culturales-artísticos dentro del imaginario visual mexicano.
Los rótulos responden a una tradición histórica y necesidad de comunicar. Su primer antecedente puede ubicarse en el siglo XVIII, durante la Ilustración y la Revolución Francesa; es decir, con los inicios de la publicidad. Propiciando una evolución global que se dio de manera dispareja por cuestiones geográficas y en relación con los procesos de colonización, comercialización, industrias y crecimiento de las urbes. Estas nuevas formas de comunicar, se tradujeron en múltiples códigos y maneras de representar los mensajes, como menciona Marta Pacheco Rueda.
En nuestro país, los rótulos forman parte del paisaje urbano y rural desde finales del siglo XIX. Hablando en específico de la Ciudad de México, la profesión de rotulista posee una tradición tan fuerte que en el Centro Histórico podía encontrarse la llamada “calle de los pintores” –actualmente, la calle de Perú cerca de La Lagunilla donde aún existen algunos talleres de rótulo.
Con esta larga tradición dentro de la imaginaría colectiva, los rótulos forman parte de la cultura popular como “una reflexión de la propia identidad del país” como menciona Veronique Richardoni. Son un recurso visual que se vuelve personal porque están pensados para un negocio, una persona; el rótulo en sí posee una personalidad que no solo expone el estilo del rotulista y el negocio que habitará. Sino también, la personalidad de la zona, las personas que habitan ese espacio y el contexto que les atraviesa, los rótulos poseen “honestidad y empatía visual”.
Si bien el rótulo posee un sentido funcional, lo trasciende al introducir y apropiarse de elementos provenientes de los mass media . Se convierte en un ejemplo de hibridación cultural que señala un valor agregado y una dimensión como artefacto sociocultural, como mencionan Martín M. Checa-Artasu y María del Pilar Castro.
Los rótulos son manifestaciones artísticas y culturales que forman parte y construyen el imaginario colectivo y la narrativa visual de los espacios que habitamos y nos habitan. Y si bien, la profesión de rotulista ha tenido que resistir ante las nuevas técnicas publicitarias; y ahora, ante esta eliminación por parte de un Estado racista, clasista y hegemónico que arrincona y borra las expresiones visuales que nos caracterizan como cultura, van a ser defendidos y protegidos por los chilangos.
A raíz de los acontecimientos sucedidos hace unas semanas, se creó el proyecto “Rechida”: Red Chilanga en Defensa del Arte y la Gráfica Popular (@re.chida). Este busca visibilizar la importancia de los rótulos y crear un archivo vivo sobre la gráfica popular mexicana. Asimismo, es una organización que está en la búsqueda de una respuesta por parte de la Alcaldía Cuauhtémoc por la serie de acciones llevadas a cabo en el mes de mayo donde se han borrado rótulos, murales y demás expresiones artísticas ligadas al espacio público.
¡LOS RÓTULOS SON ARTE!
Marifé Medrano Flor
Gestora Cultural
Comments